Se le llama ‘bambú sagrado’ siendo lo más atractivo su follaje de tonalidades cambiantes.
Es durante el otoño y el invierno cuando este arbusto tiene su momento estelar al llenarse la planta de racimos cargados de pequeñas bayas rojas que coinciden por el efecto del frío con el cambio de color del follaje hacia tintes anaranjados y rojizos. La Nandina doméstica está considerado un arbusto típico de la Navidad.
Este arbusto está de actualidad entre los diseñadores con una creciente popularidad sobre todo en patios y terrazas donde vive muy bien en macetas y contenedores, formando filigranas con sus delicadas hojas.
En el jardín son ideales y es donde tiene su uso más habitual por su fácil cultivo y los pocos cuidados que necesita, tanto en setos libres, alineaciones, como en ejemplares aislados, aunque lo ideal es procurarle a este último que haya otro cercano para asegurar una buena fructificación con la polinización cruzada.
Se trata de plantas que por sus largos tallos nos dan un aire ligero por su cierto aspecto de caña que resultan muy esbeltas. Muchas de sus variedades no producen ni flores ni frutos y se cultivan solamente por su bonito follaje.
El origen de la Nandina doméstica
La Nandina doméstica es una planta arbustiva que pertenece a la familia Berberidáceae, nativa de Japón y China donde crece en bosques montañosos.
Tiene la misma tradición que el acebo y en muchos lugares para Año Nuevo se venden sus tallos adornados con sus populares bayas para decoración.
Se le atribuyen a este arbusto poderes celestiales que disipan los malos sueños y particularmente en Japón para que las pesadillas no traspasen al interior del hogar, se ponen plantas de Nandina a los lados de la puerta de entrada a la casa.
¿Cómo es la Nandina doméstica?
Las matas forman una silueta tanto vertical como globosa muy elegante que puede alcanzar los dos metros de altura. Es de crecimiento lento. Sus largos tallos nos dan el aspecto de cañas al no ser ramificados. De ellos surgen casi de forma horizontal los largos pedúnculos de las hojas, hojas compuestas, pecioladas alternas, dos o tres veces pinnadas con folíolos de ovados a lanceolados y de márgenes enteros con los peciolos y peciolulos hinchados en sus bases. Estas hojas ocultan totalmente los tallos y varían el color con las estaciones. Cuando nacen son rosadas o rojizas, pasando a varios tonos de verde en primavera y verano, y adquiriendo tonos ámbar, naranja, púrpura y rojo a medida que se va acercando el invierno.
Una de las variedades más populares por su follaje que no tiene fruto es la ‘Fire power’ de unos 80 cm. de altura. También encontramos variedades enanas en distintas alturas ideales para macetas y rocallas.
La floración de la Nandina doméstica se produce entre julio y agosto. Llega en forma de panículas con diminutas florecillas blanquecinas que pronto dan paso a llamativos racimos de pequeñas bayas globosas de tonalidad rojo brillante hasta un violeta oscuro cuando maduran, que permanecerán en la planta hasta la llegada de la primavera. Cada una contiene de una a cuatro semillas.
Cuidados de la Nandina doméstica
Estamos ante una especie que le encanta estar a pleno sol y tolera muy bien la semisombra, lo que no admite nada bien es la sombra si se pretende que el follaje adquiera tonalidades rojizas. En regiones de veranos calurosos y secos es preferible ubicarla en semisombra.
Aunque resiste bien el frío intenso, si creemos que va a exponerse a una helada continuada, es mejor protegerla con un agrotextil o si está en maceta a cobijo. También resiste temperaturas altas y la sequía. Si la exponemos a heladas fuertes o periodos largos de sequía perderá su follaje pero brotará de nuevo en primavera cuando las condiciones mejoren.
Si el suelo es muy alcalino le producirá clorosis y su follaje amarilleará. Es la única pega en cuanto a suelo, ya que se adapta a una amplia gama de ellos. El ideal es que sea rico en materia orgánica, fresco y con un buen drenaje.
El riego de la Nandina doméstica debe ser regular y moderado evitando el encharcamiento. Es necesario mantener la planta bien hidratada, pero con un riego bajo control en especial en verano que regamos las plantas con más intensidad. Si la tenemos en maceta debe tener buen drenaje, pongamos grava o arcilla expandida en la base. El riego será aquí algo más frecuente, pero no olvidemos que requiere humedad, no encharcamiento.
En cuanto al abonado, aprovecharemos la limpieza a finales de invierno para incorporarle un abono orgánico al sustrato.
Es una planta que se considera de bajo mantenimiento. No necesita poda, salvo la de limpieza, aunque es aconsejable cada dos años en invierno realizarla para mejorar la floración y fructificación los siguientes años.
La reproducción se realiza por semillas en primavera, o mediante esquejes semileñosos en verano.
Plagas y enfermedades de la Nandina doméstica
A la Nandina doméstica va a ser difícil que le afecte alguna plaga o enfermedad, dada su rusticidad, si la mantenemos en condiciones adecuadas de cultivo. Si podemos encontrar alguna plaga como la cochinilla, que podemos solventar con un buen insecticida.
Sí debemos, sin embargo tener precaución en el riego, ya que es muy sensible al exceso de agua y al drenaje insuficiente. Son sus principales enemigos y tal vez lo único que pueda aniquilar a una Nandina, ocasionándole problemas fúngicos y pudriciones.
Como hemos visto estamos ante una planta de bajo mantenimiento y de gran impacto por el follaje que exhibe de atractivos colores rojizos durante todo el año, aunque con mayor intensidad en otoño e invierno.