El género Rhipsalis spp. agrupa a una fascinante colección de cactus epífitos que, a diferencia de sus parientes desérticos, prosperan en los ambientes húmedos y sombríos de las selvas tropicales.
Con su singular belleza y su naturaleza colgante, se han ganado un lugar destacado en el diseño de interiores y la jardinería contemporánea, donde dan un toque exótico y elegante.
Su aspecto etéreo y la facilidad relativa de sus cuidados los convierten en una opción ideal tanto para aficionados a la bricojardinería como para aquellos que buscan añadir un elemento distintivo a sus colecciones de plantas, aportando un aire de exotismo y frescura a cualquier espacio.
Son perfectos para realzar espacios con un toque de exotismo selvático, colgando de cestas o maceteros elevados, o incluso formando parte de composiciones verticales.
Su adaptabilidad a entornos de interior los hace idóneos para apartamentos y casas, aportando frescura y vida sin requerir grandes superficies.
Origen del Rhipsalis.
Pertenecen a la vasta familia de las Cactaceae, clasificada dentro del género Rhipsalis spp. compuesto por unas 35 especies de cactus epífitos. Algunas especies de este género son: Rhipsalis pilocarpa, Rhipsalis burchellii, Rhipsalis clavata, Rhipsalis oblonga, Rhipsalis cereuscula, Rhipsalis baccifera, Rhipsalis pachyptera, Rhipsalis cassutha, Rhipsalis rosea…
Se clasifican como cactus, aunque su apariencia dista mucho de los cactus espinosos que solemos imaginar.
Son nativos de las selvas tropicales de América Central y del Sur, con una notable concentración en Brasil, donde crecen de forma epífita, adhiriéndose a troncos y ramas de árboles, o litófita, sobre rocas, utilizando estos soportes para acceder a la luz sin parasitarlos.

Esta adaptación les permite absorber nutrientes de la materia orgánica en descomposición y la humedad ambiental. A continuación, se detallan algunas especies comunes y sus particularidades:
- Rhipsalis pilocarpa: Conocido como ‘cactus muérdago peludo’ o ‘cactus lápiz peludo’, su nombre científico alude a sus frutos cubiertos de pelos.
- Rhipsalis clavata: Su nombre ‘clavata’ hace referencia a la forma de sus segmentos, que se asemejan a pequeñas mazas o clavos.
- Rhipsalis baccifera: Popularmente llamado ‘cactus muérdago’ o ‘cactus coral’, es una de las especies más extendidas y su nombre ‘baccifera’ (que lleva bayas) se refiere a sus pequeños frutos.
- Rhipsalis cereuscula: A menudo denominado ‘cactus arroz’ o ‘cactus coralito’, por la forma de sus tallos pequeños y ramificados que recuerdan a granos de arroz o pequeñas velas.
Características botánicas de los Rhipsalis.
Aunque comparten un patrón de crecimiento epífito, las especies de Rhipsalis spp. presentan particularidades morfológicas que las distinguen.
Todas desarrollan un sistema radicular poco profundo, adaptado a su vida epífita. Sus raíces se adhieren a la superficie de los árboles o rocas, absorbiendo nutrientes de la materia orgánica en descomposición acumulada y la humedad ambiental.
Al igual que la mayoría de los cactus, carecen de hojas verdaderas; la fotosíntesis se realiza en sus tallos modificados, lo que a menudo se confunde con hojas y son la característica más distintiva, variando en forma y textura que pueden alcanzar longitudes considerables, creando un efecto cascada muy decorativo:
- Rhipsalis pilocarpa: Tallos cilíndricos, delgados, ramificados y colgantes, cubiertos de pequeñas hebras blancas o amarillentas que le dan un aspecto peludo.
- Rhipsalis clavata: Tallos más gruesos y segmentados, con forma de maza o clavo, de color verde brillante.
- Rhipsalis baccifera: Tallos delgados, cilíndricos y muy ramificados, que forman densas cascadas.
- Rhipsalis cereuscula: Tallos pequeños, cilíndricos y muy ramificados, que se agrupan densamente, dando una apariencia de arroz o coral.
Una vez que se hayan formado los botones florales, no debemos mover la planta, ya que los cambios leves en el entorno, pueden hacer que los botones florales se caigan arruinando la floración.

Producen pequeñas flores de color blanco, cremoso, a veces con un ligero tinte rosado, que emergen en las puntas o a lo largo de los tallos. Son delicadas, con múltiples pétalos y estambres prominentes, y suelen aparecer en invierno o principios de primavera, añadiendo un encanto especial a la planta.
Tras la floración, desarrollan pequeños frutos globosos, a menudo translúcidos y de colores variados (blanco, rosa, rojo), que pueden persistir en la planta durante un tiempo, aportando un interés adicional. En el Rhipsalis pilocarpa, estos frutos están cubiertos de pelos.
En el interior de los frutos se encuentran diminutas semillas, que en su hábitat natural son dispersadas por aves.
Cuidados del Rhipsalis.
El mantenimiento de las especies de Rhipsalis spp. es similar debido a su origen y adaptaciones comunes. Los siguientes cuidados generales son aplicables a R. pilocarpa, R. clavata, R. baccifera y R. cereuscula, con pequeñas notas específicas donde sea relevante:
Prefieren lugares luminosos con luz indirecta. Al ser plantas de sotobosque, no toleran la luz solar directa intensa, que puede provocar quemaduras en sus tallos. Una ubicación ideal es cerca de una ventana orientada al este o al norte. En exteriores, deben situarse en sombra parcial o total, protegidas del sol del mediodía.
Se desarrolla mejor en un rango de temperaturas cálidas, entre 18ºC y 25ºC. Son sensibles al frío y no toleran heladas. Digamos que la temperatura invernal de seguridad es de 6ºC y puede causarle daños. Es importante evitar cambios bruscos de temperatura.

Un aspecto crucial para su cultivo es el sustrato. Necesita un sustrato muy bien drenado y aireado, que imite las condiciones de su hábitat epífito. Una mezcla ideal podría ser a base de sustrato para Orquídeas, perlita, vermiculita y una pequeña cantidad de turba o fibra de coco. Esto asegura una buena aireación de las raíces y evita el encharcamiento.
A diferencia de los cactus desérticos, requieren una humedad constante pero sin excesos. El riego debe ser moderado, permitiendo que la capa superior del sustrato se seque ligeramente entre riegos. En invierno, la frecuencia de riego debe reducirse significativamente.
Es fundamental evitar el encharcamiento, es el principal enemigo, ya que sus raíces son muy susceptibles a la pudrición. Se beneficia de una alta humedad ambiental, por lo que pulverizar sus tallos con agua destilada o de lluvia de forma regular, especialmente en ambientes secos, es muy recomendable.
Durante la temporada de crecimiento (primavera y verano), se puede aplicar un fertilizante líquido para cactus o plantas de interior, diluido a la mitad de la dosis recomendada, cada 3-4 semanas. Es importante no abonar durante el otoño y el invierno.
El trasplante no es una tarea frecuente, ya que prefiere estar ligeramente apretada en su maceta. Se recomienda trasplantar cada 2-3 años, o cuando las raíces hayan llenado completamente el contenedor. El mejor momento para hacerlo es a principios de primavera.

Al trasplantar, utilizaremos un sustrato fresco y bien drenado, similar al descrito anteriormente. Debemos tener precaución en no dañar sus delicadas raíces.
Generalmente, los Rhipsalis spp. no requiere podas extensas. Se pueden eliminar tallos secos, dañados o demasiado largos para mantener la forma deseada y estimular un crecimiento más denso.
Los segmentos podados pueden utilizarse para la propagación. Es el método más común. Por semillas, aunque es posible, la reproducción es más lenta y menos común para el cultivador aficionado.
Plagas, enfermedades y fisiopatías del Rhipsalis.
Las problemáticas son comunes para todas las especies del género.
Las plagas más comunes que pueden afectarla son la cochinilla algodonosa y, ocasionalmente, la araña roja en ambientes muy secos. Se pueden controlar con insecticidas específicos las cochinillas y aumentando la humedad ambiental para la araña roja.
La principal enfermedad es la pudrición de la raíz o del tallo, causada por el exceso de riego y un drenaje deficiente. Los tallos se vuelven blandos y oscuros. La solución es reducir el riego y mejorar el drenaje del sustrato.

Dentro de las fisiopatías si encontramos los tallos arrugados o flácidos, suelen indicar falta de agua. Aumentaremos la frecuencia de riego, asegurándose de que el sustrato no se seque por completo.
Si los tallos se tornan amarillentos o blanquecinos, estaremos ante un exceso de luz solar directa. Reubicaremos la planta en un lugar con luz indirecta.
Un crecimiento lento o nulo, puede deberse a falta de nutrientes (abonar en primavera/verano) o condiciones de luz o temperatura inadecuadas.
Si seguimos estos cuidados, nuestros Rhipsalis spp. prosperarán, convirtiéndose en un elemento decorativo de gran valor estético y un testimonio de nuestra habilidad en la jardinería ornamental.